TRAS LAS HUELLAS DE CLARET EN CUBA
OTRAS INICITIVAS DE PASTORAL SOCIAL DEL ARZOBISPO CLARET
LA REFORMA AGRARIA. EL REPARTO DE LA TIERRA
Tanto para completar la obra de la Escuela-Granja, como para utilidad de aquellos que no pudieran usar sus instalaciones, decidió el P. Claret escribir folletos y obras prácticas para la promoción humana y cristiana de sus fieles. Con la intención de introducir en el cultivo del campo los nuevos métodos técnicos, superando la rutina del campesinado escribió en 1854 Reflexiones sobre la agricultura y en 1856 un precioso manual de agricultura de más de 300 páginas, titulado Las delicias del campo. Mientras el folleto era un avance, la obra “Las delicias del campo” contiene una serie de instrucciones sobre agricultura distribuidas en conferencias, en las cuales va prudentemente mezclando una buena dosis de instrucción religiosa y moral.
El fin último de todos estos escritos era proporcionar a todos “el bien físico, moral, temporal y eterno”. Desde el principio fundamenta el noble origen de la agricultura y prosigue enumerando las ventajas materiales y espirituales que traerá a la población del país. En sus reflexiones sobre la agricultura elogia a Fray Bartolomé de las Casas, “…que tanto bien hacia a los colonos e indígenas con la agricultura y otras industrias de que se valía según su celo y caridad en estos vastos países de América”.
Claret concibió la idea de “dar a cada casa del campo algún cuadernito de agricultura a fin de que lean en el modo de conocer y cultivar la tierra, la manera y el tiempo de sembrar, plantar e injertar y cosechar; comprendiendo además dichos cuadernos una parte de historia rural, singularmente en lo que mira a los animales y aves más comunes y domésticos”. Todos los curas del campo se encargarían de repartir gratuitamente este cuadernito y otros textos sobre el tema y de exhortar a los propietarios y colonos a diversificar la producción y a realizar su trabajo sobre bases científicas.
Pero no se quedó solamente en dar instrucciones sobre la agricultura; su preocupación por el bienestar de sus fieles le llevó a dar pasos más arriesgados. Avanzó más en el plano práctico de los problemas sociales, superando en mucho a la mentalidad de su época. El plan de acción de Claret era el de instruir, moralizar y allanar las dificultades que se oponen al amor al trabajo, que “es una de las bases de la moralidad”.