TRAS LAS HUELLAS DE CLARET EN CUBA
DIA 22 DE SEPTIEMBRE 2021
“CON LA AYUDA DEL SEÑOR CUIDE DE LOS POBRES”
CASA DE CARIDAD EN PUERTO PRINCIPE
Para llevar adelante esta importantísima obra de promoción social el Arzobispo Claret compró el día 8 de diciembre de 1855 a Don Juan Arango un potrero de su propiedad, llamado “La Faltriquera”, de 2.253 cordeles por la cantidad de 2.253 pesos. Este terreno estaba en los ejidos de Puerto Príncipe. Más tarde compró otros terrenos contiguos.
Claret puso al frente de esta grandísima obra al P. Paladio Curríus “le mandé a Puerto Príncipe para que dirigiese la Casa de Beneficencia o Granja-Escuela que se estaba edificando” (Aut. 598). Fueron numerosas cartas las que Claret le escribió en todo este tiempo de la construcción.
Una muestra nos puede acercar a cómo estaba viviendo el Arzobispo Claret la edificación de la Casa de Caridad, nombre definitivo de este proyecto en marcha. “Al llegar a Manzanillo recibo carta de usted con que me decía el estado de las cosas de la Casa de Beneficencia o de Caridad, que quizás será mejor llamarla así que no con el nombre de Beneficencia según el motete del sello “Caritas Cristi urget nos”. Yo por el presente le diré lo que puedo y lo que siento a fin de que usted pueda mejor disponer las cosas. Yo por ahora y por este año puedo entregar 7.000 pesos sobre la cantidad que traje cuando vine aquí. Usted puede combinar las cosas de manera que concluida esa cantidad se deje reposar la obra y sí será más sólida; y cada año se le dará su empuje según los ahorros que yo vaya haciendo”.
El 20 de marzo de 1855 le escribe Claret de Santiago de Cuba al P. Paladio Curríus: “En cuanto al modo de edificar el techo con yeso veo sus dificultades, me parece que debe hacerse con maderas, etc. porque como con el tiempo se irá prolongando, es preciso que sean materiales del país… A mí me parece que se deben subir las paredes hasta el primer cuerpo techo al nivel de poner vigas y dejarlo así por este año. Lo que encargo muy mucho que divida el terreno en cuadros o figuras semejantes y que se empiece el cultivo de plátanos, boniatos, yames y yucas, etc. me alegro que ya empiecen a nacer los naranjos que yo planté, yo quisiera que usted mandara sembrar muchas naranjas y demás frutales ya en semilleros ya en otros lugares que entre tanto empezarían a nacer y crecer y después se transplantarían. En cuanto a conmutar terreno para darle una figura más regular lo dejo a su mano, pero no miro prudente vender a Roure aquel pedazo de plaza”.