Transcripción homilía de Mons. Dionisio G. García Ibáñez Arzobispo de Santiago de Cuba

Transcripción homilía de Mons. Dionisio G. García Ibáñez Arzobispo de Santiago de Cuba

Solemnidad de la Santísima Trinidad
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
30 de mayo de 2021

“Sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” Mateo 28, 20

 Hermanos,

Desde que empezó la Cuaresma, pero principalmente en la Semana Santa, con la Pasión y la Resurrección de Cristo. Pero después durante los domingos de Pascua y ya finalizando la Pascua, la Ascensión del Señor que celebramos hace quince días; el domingo pasado Pentecostés la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, recordábamos el Espíritu Santo entregado a toda la Iglesia, a todos los hombres. Hoy tenemos la celebración de la Santísima Trinidad. En todas las misas, ¿a quién glorificamos? A Dios, comenzamos la misa diciendo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. Rezamos el Gloria, ¿qué decimos? Gloria al Padre, después gloria al Hijo, Tú que quitas el pecado del mundo le decimos al Hijo, el Espíritu Santo que el Señor nos ha enviado.

Fíjense bien que todas nuestras oraciones son dedicadas a Dios, claro está, pero siempre tienen una dimensión trinitaria. Es decir, Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cuando terminemos la homilía vamos a proclamar el Credo, y ustedes saben bien que el Credo está dividido en tres partes: Creo en Dios Padre todo poderoso, creo en Jesucristo su único Hijo nuestro Salvador, y creo en el Espíritu ¿Por qué? Porque los cristianos creemos que, en Dios, que es uno solo, que es Amor, ésa es la fuerza integradora de Dios para decirlo de alguna manera, el misterio de la Santísima Trinidad, es un misterio como acabo de decir perdonando la redundancia, nos dice algo que para nosotros es incomprensible. Eso es lo que significa un misterio, algo que está pero que uno no sabe cómo calificarlo, no sabe qué cosa es.

El cristianismo se basa en ese gran misterio de la Santísima Trinidad, Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios en tres personas, y en el misterio de la encarnación. Es decir, ese mismo Dios se hace hombre como nosotros, nace de la Virgen María por obra del Espíritu Santo, y es el que nos salva, es el que nos lleva a Dios, para como dice la segunda lectura que hemos escuchado, ya no solamente somos creaturas, no somos esclavos del pecado ni de nada, somos hijos de Dios, y como hijos herederos. Y por lo tanto seremos semejantes al Padre como san Pablo lo dice en sus cartas.

Entonces hermanos esta celebración, que como todas las misas es acción de gracias y alegría, pero los cristianos tenemos una doble alegría. Es creer, saber, conocer, que hay un solo Dios, pero que ese Dios es tres personas, y cuya naturaleza íntima es el Amor. No es un Dios que está ahí para hacer el mundo, no, Dios está ahí para amarnos, por eso es que Juan nos dice Dios es Amor, y esta es la tercera vez que lo repito. Dios es Amor, y como la persona que ama tiene que comunicar el amor, por eso el Señor nos ha comunicado a todos y a cada uno de nosotros en el amor, y por eso el Señor no quiere que nosotros pasemos como cualquier otra obra de la creación, no. El Señor quiere que nosotros como hijos seamos herederos junto a Él, y seamos semejantes a Él.

Ése es el misterio que Jesús vino a revelar. Cuando uno de sus discípulos, Felipe, le dice, “muéstranos al Padre”; el Señor Jesús le dice “no me ves a mí, estás viendo al Padre. Yo soy el Padre, el Padre y yo somos un solo Dios, somos una sola cosa, me ves a mí, ves al Padre”. Después el mismo Jesús dice, es necesario que yo me vaya, porque yo les voy a enviar el Espíritu Santo, Él es el que los va a animar, y le va a dar sabiduría para permanecer siempre unido a Dios. Hermanos, esa es la riqueza de la fe cristiana.

No se conoce, hasta ahora, ningún pueblo que haya prescindido de Dios, que no crea en Dios vamos a decir así. Ningún pueblo. Eso del ateísmo empezó… vaya ahora es que ha cogido un poquito de fuerza, pero de vez en cuando la gente vuelve para atrás, se hace la pregunta y dice, ¡Hey! ¿Quién hizo todas las cosas? ¿No es verdad? Pero muchas personas creen en un Dios que está ahí, que es todo poderoso que nos crea por capricho porque Él quiso, y entonces nosotros acudimos a Él para que sea benigno con nosotros. Dentro de tu poder Señor, trátanos bien. Pero siempre así, un poco separado, distante, Señor trátanos bien. Ésa no es la manera de pensar del cristiano. La manera de pensar del cristiano es acercarme a Dios sabiendo que Él me ama, siempre, que no solamente esta ahí para crear, o para ponerme leyes y condiciones, no. Dios está ahí para amarme.

Hay personas, que, buscando sólo la razón, porque hay personas que piensan que con la razón se resuelve todo, y no se dan cuenta que la vida es mucho más compleja que la razón. Hay muchas personas que piensan y dicen, para que el mundo exista tiene que haber alguien que lo haya construido. ¿No es verdad? Tiene que haber un Dios, pero fíjense bien se quedan ahí, Dios constructor. La filosofía del siglo XVIII-XIX, tenía que ver mucho con eso, la razón. Sí, es un Dios que es razonable. Dios existe, puede ser que Dios exista y algunos decían que sí existe. Ésa es la base, podemos decir así, de la filosofía que está detrás de los grados filosóficos de la masonería. Solamente aceptamos a un Dios racional. Gracias a Dios que hay muchas personas que son masones pero que creen en un Dios que se revela como es Cristo.

Los que estamos aquí, los que somos cubanos, se acuerdan de aquella etapa en que se trataba de inculcar de que Dios no existe. Y no existe. Los cristianos decíamos, Dios sí existe. Y nos decían, usted es un idealista, porque solamente existe lo que se ve, lo que se toca, lo que está en el tiempo y en espacio. Pero, en definitiva, hacer profesión de ateísmo es una fe, porque nadie puede demostrar que no existe Dios que ha creado todas las cosas. Dios se va revelando, Dios se va acercando a nosotros y Dios escogió un pueblo, y a ese pueblo lo va guiando; Dios quiere salvar a la humanidad que ha creado, y el mismo Dios se hace hombre en todo menos en el pecado para salvarnos, alcanza la resurrección porque ha vencido a la muerte, ha vencido al peor de los males, y da esperanza. Y envía el Espíritu para que ya no estando presente allí con sus Apóstoles, el Espíritu anime nuestra vida, la anime para seguir diciendo Dios es mi Padre.

Por eso hemos rezado, “dichoso el hombre cuyo Dios es el Señor”, pero yo le daría una vuelta a esa antífona que hemos rezado, “dichoso el pueblo” dice. Dios es el Señor de todos los pueblos de todos, porque quiere que todos nos sintamos hijos de Él, nos quiere. Yo ahí cambiaría y diría, “dichoso el pueblo que reconoce que Dios es su Señor”, que lo reconoce y que entonces camina humilde, en sentido de decir, Señor soy criatura tuya, Tú eres mi Dios, pero tengo la esperanza de que Tú eres amor, y, por lo tanto, lo que sea, lo que pase, en algún tiempo tu justicia vendrá sobre nosotros. ¡Qué triste es aquel que piensa que después de todo lo que se pase, al final, ¡nada! No, el Señor nos dice, yo soy Amor, yo quiero que tú estés conmigo, ¿qué te pido?, que seas fiel. ¿En qué me pide que sea fiel? En que haga el que le reconozca, que no me crea tan poderoso, o que supla el poder de Dios. Hay gobernantes que se creen que son dioses y que todos tienen que hacer lo que él quiere, hay familias en que se gobierna de esa manera, hay relaciones en que no se tienen en cuenta uno u otro… No, ¡ay Señor! Con sus mandamientos, con su ley nos dice, ama a Dios, ama a los demás y así tú estarás participando de la naturaleza de Dios que es el amor.

Por eso hermanos, cada vez que nos levantamos es bueno hacer en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. Eso es decir en el nombre de Dios. Los cristianos sabemos que como es Amor, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén, es decir mi vida la pongo en las manos de alguien que es Amor. Por eso cuando terminamos el Credo y rezamos el Gloria, Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, hay veces que decimos Gloria a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, estamos diciendo igual: Gloria a ese Dios que es Amor. Hay personas que tienen la costumbre de en ese momento hacer la señal de la cruz. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, Amén. Cuando rezamos el Gloria en la misa, exactamente igual, cuando nosotros proclamamos el Credo, lo vamos a hacer ahora, muchas oraciones terminan diciendo precisamente en el nombre del Padre, del Hijo… te lo pedimos por Jesucristo… la misma introducción que yo hago.

Hermanos, en esta semana démosle gracias a Dios por saber que hemos sido creados por un Dios que no es ajeno, sino por un Dios que nos ha salvado y que es el Amor. ¡Qué dicha más grande esa! ¡Qué dicha más grande! Sino supiéramos esto, estaríamos expuestos, a suerte de aquel que nos toque. Si nos hace bien, bien; y si nos hace mal, mal. Nos hace bien qué bueno, qué suerte tuve; y si nos hace mal, qué desgracia he tenido. Desgraciadamente es así. No hermanos, el cristiano tiene la seguridad, Dios me ama, Dios me quiere, Dios es mi Padre, Dios se entregó por mí en la cruz y soy hijo de Dios en Cristo Jesús y el Espíritu Santo permanece en mí.

Vayamos a nuestras casas y en esta semana, cada vez que hagamos la señal de la cruz, recordemos que estamos en presencia de un Dios que es Amor.

Que Dios nos ayude a vivir así.

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