Irradia emisión del 18 de abril de 2021
Irradia, emisión del 18 de abril de 2021
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza y CMKC, emisora provincial
Tercer Domingo de Pascua
“Se presentó en medio de ellos y les dijo: Paz a ustedes”. Lucas 24, 35
(Música, Pienso en Dios, DR)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, Pienso en Dios, DR)
Para la reflexión de hoy contamos con la presencia de la hermana María Soledad Galerón, religiosa Claretiana de nuestra Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Reciban mi saludo cariñoso, este nuevo domingo que nos encontramos, en torno a la Palabra de Dios que la Iglesia proclama en el Tercer Domingo de Pascua.
Dios nos dirige su Palabra como fuente de Luz, Consuelo, y Fortaleza para el camino que cada uno tiene que hacer en el seguimiento de nuestro Maestro y Señor, y particularmente en este momento que, como familia humana, caminamos con preocupación, oscuridad, miedo, e incertidumbre…
En este Tercer domingo de Pascua vamos a reflexionar el texto del Evangelio de Lucas, conocido como “los discípulos de Emaús”. En concreto, este texto, es la segunda parte del itinerario de estos “peregrinos”, cuenta su regreso a la comunidad…
El texto, como tantos otros, que la Iglesia nos presenta en el tiempo pascual, nos habla de las “apariciones del Resucitado”. Estas narraciones las encontramos, con diferentes enfoques, protagonistas, matices y subrayados, en los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Hechos de los apóstoles e, indirectamente, en algunas cartas del Nuevo Testamento; no en vano el Misterio de la Resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe.
Creo que antes de la proclamación del evangelio de hoy, nos puede ayudar decir algo sobre los relatos de las “apariciones” del Resucitado que, aunque diferentes, todas, mantiene una estructura bastante parecida y con muchos aspectos en común. Reflejan un dinamismo en el que, también nosotros, podemos vernos reflejados…
Si nos fijamos, lo primero que descubrimos, en las narraciones, es una situación de “carencia”: discípulos con miedo, tristeza, incredulidad, vacío, decepción… Este estado de ánimo hace que los discípulos de Jesús, pudieran esperar cualquier cosa, menos a Jesús vivo… ¿Cuántas veces nosotros, cuando tenemos un estado de ánimo parecido a este, nos encerramos, nos ofuscamos, “no vemos”, no entendemos, no aceptamos…?
Sin embargo, y precisamente en esa situación, Jesús, de manera sorpresiva, se “deja ver”, se “aparece”, se hace presente a ellos, pero no es reconocido… María le cree un jardinero, otros un fantasma… pero ninguno “ve” al “Resucitado”. Pensemos en nuestra vida cotidiana ¿Cuántas veces Dios “se nos hace presente”, “se deja ver” y nosotros no lo reconocemos?
Jesús, en su infinita compasión y paciencia, ante nuestra incapacidad para “verle”, nos “revela” su identidad a través de alguna pregunta; ¿Por qué lloras? ¿Qué van conversando?; con un nombre: ¡María!; con un gesto: partir el pan, mostrar las llagas… Con esos gestos, palabras y signos de Jesús nuestra fe se va despertando… vamos haciendo memoria de lo que “nos había dicho”, de lo vivido juntos, de otras experiencias de fe…
Todas las narraciones nos muestran como las personas, o grupos a quien el Resucitado “se manifiesta”, se “deja ver”, van viviendo un proceso, van dando un PASO, de la negación, el no creer, la confusión, la duda… a la acogida, a un ¡“Maestro” !, ¡“es el Señor”! ¡“Señor mío y Dios mío”!; ¡“como ardía nuestro corazón”!… las personas y los grupos van dando un PASO a la fe…
También vemos que los encuentros con el Resucitado llenan paz, gozo, animo, valentía, nuevos deseos, mayor compromiso…
Además, las apariciones, comporta el envío. No se limitan a consolar a la persona, o al grupo, a quien se aparece, sino que, en el encuentro, Jesús les renueva la misión… La experiencia no es para vivirla “privadamente”, sino para testimoniarla, compartirla… Este “ver” al Señor, da pies para el camino evangelizador…
Así mismo, vemos que las apariciones del Resucitado, son pascuales, es decir, “de paso”; Jesús no se queda, no se entretiene con nosotros, está “de camino” … Después de “dejarse ver”, compartir brevemente, Jesús sigue su camino hacia el Padre, PERO, de una manera misteriosa, nos “lleva” consigo… y “permanece con nosotros”.
Escuchamos, ahora, con mucha atención, el evangelio de Lucas, capitulo 24, versículos del 35 al 48. Como siempre les digo, seguir en la Biblia el texto que vamos a escuchar, nos puede ayudar mucho a su comprensión.
(Lectura del evangelio de San Lucas, capítulo 24, 35-48)
El evangelio describe el retorno a Jerusalén de los discípulos de Emaús… Después de la Crucifixión huyen abrumados por el dolor, la frustración, la decepción, la duda y el miedo… En el camino, “un Peregrino”, al explicarles las Escrituras les ayuda a comprender, como todo estaba anunciado: permanecería fiel al Padre, pondría en sus manos la vida y el Padre se la devolvió vencedora y gloriosa… Los de Emaús, después de la experiencia, regresan con entusiasmo, alegría y ardor en el corazón…
Recordando el texto completo, podemos ver claramente un “antes” y un “después”. Una “ida” y una “vuelta” … En la ida, el “antes”, los discípulos caminan “ciegos”; tienen los datos, pero no los “ven”; van “tristes”: en la cruz han experimentado la muerte, el final de un amigo y de un líder; avanzan “desesperanzados”, “nosotros esperábamos” un Mesías triunfante para Israel… Ahora está muerto, ¿qué podemos esperar?; “huyen” de la comunidad, no tiene sentido seguir juntos. Pero después de hacer un largo camino con el Resucitado, sin “verlo”, sin “reconocerlo”, se abren al Peregrino, le hospedan, comparten la cena… y en la fracción del pan… comienza el “después”: los ojos se les abren; el corazón les arde; la esperanza retorna… y aun, en la noche, emprenden el camino de regreso a la comunidad… Al llegar, descubren que también a los otros discípulos el Señor, se les ha “dejado ver”, Jesús les ha visitado… “realmente ha resucitado el Señor” …
Ya juntos, mientras unos a otros, se comparten estas cosas, de nuevo Jesús, “se presenta” y les dice: “Paz a ustedes” … Y vuelve la duda, la sorpresa, el miedo a ser engañados… Les mostró las manos y los pies y les pide algo para comer … prueba de que es el amigo, el hermano que con ellos había recorrido los caminos dando luz, consuelo, salud, perdón… enseñándoles que Dios, el PADRE, nos ama y quiere que el ayudemos a construir un Reino de hijos y hermanos…
Estas primeras experiencias de fe en el Resucitado son confusas, están llenas de dudas, no acaban de creer, veían fantasmas… Jesús sigue haciéndose presente entre ellos, pero “no podían creerlo”, aquello era tan grande, tan misterioso, tan impensable, que no podía ser cierto… Sin embargo, poco a poco, paso a paso, van “viendo” con más claridad que es Jesús… con su cuerpo marcado para siempre por los clavos y la lanza, y ahora transformado por la resurrección… y va brotando la seguridad y la alegría… LA FE.
Las distintas apariciones de Jesús muestran un proceso, un camino, que comenzó con unos cuantos, mejor unas cuantas mujeres, hasta llegar a convertirse en la vivencia de toda la comunidad… a quienes Jesús explicándoles las Escrituras les abrió el entendimiento para comprender lo que se referían a él… Toda la historia del pueblo de Israel apunta a este momento de plenitud. Tenía que padecer y resucitar de entre los muertos… Y les hace testigos y predicadores de la conversión y perdón de los pecados para todos los pueblos…
Esa es también nuestra misión hoy; ser testigos de esta vida nueva y renovadora…
Son muchas las enseñanzas de la Palabra de Dios… ¿CON QUE PUDIERAMOS QUEDARNOS QUE NOS ACOMPAÑE EN NUESTRO CAMINAR PEREGRINO? Cada uno sabe lo que más ha tocado su corazón… Yo les animo a detenerse en…
El CAMINO… con un “antes” y un “después”. Un itinerario interior hacia la FE que cada uno tiene que hacer. En el encuentro con el Resucitado, vemos los discípulos experimentan CAMBIO: del miedo, a la valentía; de la inquietud a la Paz, gozo, alegría; del “ha muerto y se ha terminado a “Jesús se ha dejado ver vivo”; de un “eso es imposible, no lo creo si no meto mis dedos en sus llagas” a un conmovido “Señor mío y Dios mío” … Del encerramiento a ponerse en camino… De la cobardía a la seguridad y la fuerza para testificar: “Jesús ha resucitado y se ha aparecido a… María, Pedro, los Doce… A TI Y A MI…
El CREER, que es “ver”, más allá de la apariencia de los sentidos, con los ojos del corazón, al Resucitado y exclamar “es el Señor”. La FE es confiar, es acoger y aceptar; es “estar seguro”; creer no es cuestión de “mente” sino de corazón; no es cuestión de “entender”, sino de vivir… La fe les da experimentar todo de una forma nueva… Fe les ayuda a descubrir en sus memorias el sentido de lo vivido con Jesús, y vienen a la mente y sobre todo al corazón, este gesto, esta palabra, aquella mirada, esta actitud, la relación con unos y con otros, las curaciones, las discusiones con los fariseos, su fidelidad al Padre, a pesar de la soledad y el abandono en que vivió el prendimiento, juicio, tortura, crucifixión y muerte… la FE es como un nuevo nacimiento, una nueva vida, una nueva forma de ver la realidad, la historia, nuevas relaciones, y sobre todo una forma de “ver” el Misterio…
Esa capacidad de creer, es un regalo, un don, por eso hay que pedirla constantemente para que no se nos apague, “oscurezca”, ni debilite.
Detengámonos, también, en el saludo: “PAZ a ustedes” … Jesús nos desea y nos trae la Paz… ¿Qué es la paz? Probablemente el anhelo más profundo del ser humano… y sin embargo con cuanta frecuencia la buscamos por caminos equivocados… la paz quita el miedo, “ensancha” el corazón… la paz es serenidad, reconciliación, perdón, plenitud… La paz es un DON del Resucitado, un don del Espíritu, y como todos los dones de Dios, son también TAREA… son responsabilidad, misión, son semilla a desarrollar… Recibir la Paz nos “obliga” a ser pacificadores, a trabajar por la paz, la reconciliación, el perdón mutuo…
Miremos los signos, “las manos y los pies”, las heridas que nos curan, nos sanan y nos liberan… Desde el don de la paz acogido, que crece en el corazón, MIRAR A JESÚS, contemplar a Jesús que través de sus heridas, ya gloriosas, nos descubre las heridas de las manos y los pies de nuestros hermanos…
Todos podemos identificarnos con estos caminantes; con sus cegueras, tristezas, desesperanzas, huidas, miedos… Pero el Resucitado nos sale al encuentro y, si nos dejamos encontrar por Él, ese encuentro nos transforma y nos cambia: nos hace comprender que “si el grano de trigo no muere, no da fruto”. Arde el corazón, cuando “descubrimos” que la cruz es el lugar donde nos manifiesta su amor hasta el extremo y nos fortalece para también nosotros amar como Él amó.
El Papa Francisco nos anima a pedir “la gracia de creer” que Cristo está vivo, ¡Ha resucitado! Y si nosotros creemos esto, las demás cosas son secundarias. Esta es nuestra FE, nuestra vida, esta es nuestra verdadera juventud. “La victoria de Cristo sobre la muerte, la victoria de Cristo sobre el pecado”
(Música, En ti vivimos, Cristobal Fones, sj)
Con la Alegría y la Paz del Resucitado y, conscientes de nuestra “poca fe”, oremos a Cristo, a quien Dios resucitó de entre los muertos, y que, por su poder nos resucitará también a nosotros y Digámosle: Cristo, Rey victorioso, escucha nuestra oración
A Cristo, luz que brilla en las tinieblas, rey de la vida y salvador de los que han muerto, pedimos firmeza en la fe para caminar en su seguimiento. OREMOS: Cristo, Rey victorioso, escucha nuestra oración
Cristo, Hijo del Padre y hermano nuestro, concédenos, por encima de los problemas y dificultades de la vida, mantener siempre nuestra filial confianza en el Padre. OREMOS: Cristo, Rey victorioso, escucha nuestra oración
Cristo, que después de resucitado derramaste en tus discípulos el Espíritu Santo, abre nuestros corazones para que siempre estemos abiertos a su luz y la sigamos. OREMOS: Cristo, Rey victorioso, escucha nuestra oración
Cristo vencedor, del dolor y de la muerte, acompaña y consuela a todas las personas del mundo que sufren las consecuencias de la covid 19. OREMOS: Cristo, Rey victorioso, escucha nuestra oración
Cristo, derrama tu paz en nuestros corazones, para que, con nuestra entrega y servicio generoso a los más necesitados, seamos testigos alegres de tu resurrección. OREMOS: Cristo, Rey victorioso, escucha nuestra oración
Cristo, concede, a todos los que han muerto, por los méritos de su pasión y muerte, llegar también contigo a la gloria eterna. OREMOS: Cristo, Rey victorioso, escucha nuestra oración
Y con alegría rezamos la misma oración que Él nos enseñó:
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy el pan de cada día.
Perdónanos nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación,
Y líbranos del mal. Amén
Soy María Soledad Galerón, y me despido con el gozo de saber que Cristo Resucitado, aunque nuestros ojos “no lo ven” nos acompaña siempre en nuestro caminar peregrino… y su presencia cercana será fuente de Paz, Luz, Fuerza para ser testigos de su Amor, precisamente en las situaciones oscuras y dolorosas, que, como familia humana, estamos viviendo. Deseo a todos, un gozoso domingo, esperando que sigan sintonizando con nosotros, domingo tras domingo, para dejarnos “irradiar” por la Palabra de Dios…
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje: Erick Guevara Correa
Dirección general: María Caridad López Campistrous
Fuimos sus locutores y actores. Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA
(Música, Cristo vive en mí, Cristy Villaseñor)