Irradia emisión del 14 de febrero de 2021

Irradia emisión del 14 de febrero de 2021

Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo VI del Tiempo Ordinario
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza, y CMKC emisora provincial

 

“Si quieres, puedes limpiarme… Quiero, queda limpio” Mc 1, 40,41

(Música, Una vida no me da, DR)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.

Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.

Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.

Irradia está contigo, irradiando la fe.

 

(Música, Una vida no me da, DR)

 

En esta mañana nos acompaña el padre Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.

 Buenos días, buenas tardes, buenas noches a todos los que están en este momento compartiendo con nosotros este encuentro. Siempre es un placer poder compartir con ustedes, y más que este domingo es el domingo del Amor y la Amistad, domingo 14 de febrero. Vamos a escuchar hoy el Evangelio de san Marcos, en el capítulo 1, versículos del 40 al 45.

(Lectura del evangelio de San Marcos, capítulo 1, 40-45)

 El evangelio de hoy nos presenta, nos presenta el evangelista San Marcos, uno de los milagros de Jesús, esta vez con un leproso. La lepra es una enfermedad terrible siempre, antes, ahora, y siempre será así. Pero en tiempos de Jesús era una enfermedad que no solamente marcaba el cuerpo, sino que marcaba la vida y el espíritu de aquel que la padecía porque era apartado de la sociedad. Tenía que alejarse de sus amigos, de su familia, vivir como un animal salvaje y no permitir que nadie se acercara a él.

La primera lectura de hoy, está tomada del Antiguo Testamento, del Levítico, nos dice precisamente cuál era la condición, cómo tenía que vivir un leproso. Este hombre, leproso, alejado, de alguna manera tiene que haber escuchado hablar de Jesús, de sus milagros, pero sobretodo de su misericordia para con los enfermos, los necesitados, los apartados, los marginados. Y en eso debe haber encontrado la fuerza para acercarse, para romper todas las barreras.

Este hombre se acerca, que no podía hacerlo porque era impuro, a un hombre sano. Pero se acerca con toda la humildad del mundo, de rodillas, para decirle, “Señor, si quieres puedes curarme” Si quieres… cada vez que leo este Evangelio esas palabras me golpean, porque normalmente cuando pedimos, cuando pido al Señor en una necesidad grande o pequeña, como que trato de imponerle al Señor lo que yo quiero, lo que pienso que necesito, casi lo estoy obligando a que obre en mi favor. Y este pobre leproso se acerca de rodillas a Jesús, no para decirle cúrame, sino para decirle… si quieres. Y Jesús le responde, responde a esta actitud humilde y confiada de este hombre, y le dice sencillamente “Sí quiero, queda limpio”.

La misericordia del Señor se derrama sobre este hombre, porque Jesús también rompe todas las reglas, no solamente permite que el leproso se acerque a él, sino que lo toca y Marcos lo pone de manifiesto, “lo tocó y dijo quiero, queda limpio”. No para hacer un show, no para demostrar que él era quién era, sino para ayudar a aquel hombre que lo necesitaba, y que con tanta humildad se había acercado a él. Y para que quedara claro le dice, “ve donde el sacerdote para que certifique que estás sano, pero no se lo digas a nadie, no se lo cuentes a nadie, no lo utilizó. No quería que pareciera que lo estaba utilizando para hacerse propaganda.

“No se lo digas a nadie”. Claro, era casi pedir un imposible. Hay una canción muy antigua que nos dice que las penas se pueden compartir o se pueden no compartir, pero las alegrías es imposible no compartirlas con los demás, porque se sale por los poros. Cuando hemos recibido una noticia alegre, cuando nos ha ocurrido algo que nos ha llenado de gozo, no podemos disimularlo. La voz, los gestos, los ojos, las palabras, aunque no digamos se nos manifiesta, se nos sale por todas partes la alegría. Y este hombre no fue menos. Él, no pudo obedecer en esto a Jesús, y salió a anunciar a predicar lo que había recibido, la alegría que había experimentado en su vida, pero sobretodo la misericordia del Señor.

Entonces, tenemos que aprender nosotros. Cuando pensamos que tenemos una necesidad, y nos acercamos al Señor para pedirle, recordemos siempre decirle, “Señor, si quieres… Tú lo sabes todo, Tú sabes si me conviene, si quieres sáname…” Y la misericordia del Señor se derramará sobre nosotros, el Señor nos tocará la mente, el corazón, la vida. No siempre nos dará lo que pedimos, pero sí siempre nos dará lo que nos conviene.

Así hermanos, pidámoslo así en esta mañana, en este 14 de febrero, fiesta del Amor y de la Amistad, en que el Evangelio nos recuerda como el amor y la misericordia del Señor se derrama sobre nosotros. Y nosotros tenemos que ser mensajeros, y llevar con la palabra y con la vida ese amor y esa misericordia a los demás, no temer acercarnos al Señor, pero tampoco temer acercarnos a los hermanos necesitados. No temer tocarlos, para que, a través de nosotros, no porque seamos mejores sino porque el Señor lo quiere así, su gracia se derrame sobre nuestros hermanos, sobre este mundo que tanto la necesita.

(Música, Nunca me has dejado, Marcos Yaroide)

Confiados en que el Señor siempre escucha presentémosle nuestras súplicas.

Por la Iglesia, para que fieles al mandato del Señor seamos testigos con la palabra y con la vida de su amor y su misericordia, roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos por todos los que sufren, en el cuerpo o en el espíritu, para que encuentren en Cristo consuelo, fortaleza, y esperanza, y en nosotros cristianos siempre manos dispuestas a tenderse para acogerlos y ayudarlos, roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, para que el Señor nos conceda jóvenes y muchachas dispuestos a escuchar su llamada y a responderle, roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los enfermos, particularmente los enfermos del coronavirus, para que sientan la mano del Señor, para que no se sientan solos, para que descubran la presencia del Señor en medio de sus sufrimientos, roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por los médicos, por las enfermeras, por todos los que trabajan en el campo de la salud, para que el Señor les de fuerza y misericordia, para poder ayudar a aquellos que tanto lo necesitan, roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los difuntos, de manera especial los que nadie pide, para que el Señor perdonando sus faltas los acoja en su descanso, roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor. 

Y en este día del Amor y la Amistad, pidámosle al Señor para que seamos signos de su Amor y su Misericordia, amándonos los unos a los otros como Él nos ama, roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha Padre Santo estas súplicas, y aquellas que han quedado en nuestros corazones pero que tú conoces. Te las presentamos por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

(Música, Me dice que me ama, Jesús Adrián Romero)

Ahora hermanos oremos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.

Padre nuestro que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad,

así en la tierra como en el cielo.

Danos hoy el pan de cada día.

Perdónanos nuestras ofensas,

Como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación,

Y líbranos del mal. Amén

 Hermanos, llegamos al final de este encuentro. Siempre es un placer poder compartir con ustedes. Antes de terminar quiero recordarles que el próximo 16 de febrero vamos a celebrar los 170 años de la llegada de San Antonio María Claret a esta ciudad de Santiago de Cuba para comenzar su labor como Arzobispo, como misionero. Y también que el miércoles 17, será miércoles de Ceniza; quizás no podamos celebrarla en nuestros templos, pero sí en nuestros hogares, en nuestros corazones. Comenzamos la Cuaresma, no la desaprovechemos. Vivámosla profundamente. Este tiempo de penitencia, este tiempo de conversión, este tiempo de abrir el corazón al Señor que se ha entregado por todos.

Que tengan una feliz semana, que tengan un bendecido domingo.

Les habló el padre Rafael Ángel párroco de la Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.

 Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Es la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA

 (Música, Caminar con fe, Marcos Yaroide)

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