Irradia, emisión del 24 de enero de 2021

Irradia, emisión del 24 de enero de 2021

Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo III del Tiempo Ordinario
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza
y la emisora Provincial CMKC

 

 

“Se acerca el reino de Dios. Conviértanse y crean en la Buena NoticiaMarcos 1, 15.

 (Música, Vivo estás, DR)

 

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.

Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.

Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.

Irradia está contigo, irradiando la fe.

 

(Música, Destino de Luz, Kiki Troia)

 

Para la reflexión de hoy contamos con la presencia de la hermana María Soledad Galerón, religiosa Claretiana de nuestra arquidiócesis de Santiago de Cuba. 

Mi saludo más cordial para todos ustedes que nos escuchan en este domingo y, el deseo de que, todos nos acerquemos a la Palabra que Dios, a través de la Iglesia, quiere comunicarnos en este texto del evangelio de Marcos.

Desde la ventana abierta a todos ustedes que el programa “Irradia” nos brida, les deseo, también, un día lleno de salud, paz y confianza en Dios, precisamente en estos momentos difíciles que estamos viviendo como pueblo cubano…

Este domingo, terminadas ya las fiestas de Navidad y de la Epifanía del Señor, retomamos el tiempo ordinario en su III domingo, y vamos a proclamar un fragmento tomado del evangelio de Marcos capítulo 1, versículos del 14 al 20.

¡Abramos pues nuestros oídos, nuestra mente y corazón para escuchar atentamente la Palabra, con la que, Dios quiere caminar con nosotros en este día!

(Lectura del evangelio de San Marcos, capítulo 1, 14- 20)

Antes de comenzar quiero decirles que, hoy es un domingo importante ya que, el 30 de septiembre de 2019, el Papa Francisco nos proponía que, el III Domingo del tiempo ordinario, “esté dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios”. Cada uno, desde su realidad familiar, círculo de amistades, grupos de pertenencia, puede responder a este deseo del Papa, comprometiéndose a leer y reflexionar más y, sobre todo, a vivir mejor la Palabra de Dios. Hagamos de ella la luz de nuestro caminar, el sentido de nuestro vivir y el alimento de nuestra fe.

Todos los que tengan la Biblia a mano les recomiendo que abran el Evangelio de Marcos, y verán, que nuestro texto de hoy está entre los primeros versículos del primer capítulo. Marcos abre su evangelio con una expresión muy significativa: “Comienza la Buena Noticia de Jesucristo” y, a continuación, presenta a Juan Bautista: quién es, cuál es su misión, qué hace… El fragmento, que hoy reflexionamos, comienza diciendo que “Cuando arrestaron a Juan, Jesús se dirigió a Galilea a proclamar la Buena Noticia de Dios”.

Por otros evangelios, por ejemplo Mateo 14, 1ss; Marcos 6, 14ss y Lucas 9, 7-9, sabemos que Juan Bautista fue arrestado y posteriormente asesinado por el rey Herodes. En el texto que hemos escuchado vemos que Jesús, enterado de su arresto, se siente impulsado a tomar el “testigo” de Juan y comenzar su misión y la empieza con un anuncio semejante al de Juan: “se ha cumplido el plazo y está cerca el reinado de Dios. Arrepiéntanse y crean en la Buena noticia”

Jesús sabe y quiere, invitar a otros a ser agentes de este anuncio, a compartir su misión. En el versículo 16, vemos que, caminando en la ribera del lago de Galilea, contempla y “llama” a Simón, Andrés, Santiago y Juan… y éstos, subraya Marcos, dejando las redes, la barca, y a su padre, “se fueron con él”.  

De esta forma tan sencilla Jesús, va invitando a formar parte de su comunidad y su misión. Marcos un poco más adelante, capítulo 3, 13-16, narra como Jesús “fue llamando a los que él quiso… para que convivieran con él y para enviarlos a predicar”; y en el versículo 16 menciona los nombres de ellos… Con estos versículos se completa el sentido de la llamada que Jesús hace.

Me gustaría subrayar algunas enseñanzas del texto… 

Volviendo al evangelio de hoy, lo primero que vemos es la prontitud de Jesús para dar comienzo a la misión que el Padre le ha confiado. Ve en el arresto de Juan, la señal de que su tiempo ha llegado, de que Dios le está manifestando que este es el momento, ahora hay que comenzar, y con gran disponibilidad empieza a “proclamar la Buena Noticia”.

A la pregunta que, posiblemente nos hacemos, de cuál es esa buena noticia que Jesús anuncia, el mismo nos responde: está cerca el reinado de Dios. Arrepiéntanse y crean en la Buena Noticia”. Esta buena noticia se va a ir “desdoblando”, “abriéndose”, ante nuestros ojos, si acompañamos a Jesús en los evangelios.  Porque Él, su vida, su doctrina, su misión es la Buena Noticia que nos salva.

Hemos escuchado como Juan preparaba el camino, allanaba senderos, porque ya estaba cerca el Señor… a partir de ahora Jesús va a comenzar sus enseñanzas, nos va hablar de un Dios, que es misericordioso y compasivo; que quiere que nos relacionemos con él, llamándole Padre; que estamos en sus manos, que, junto a toda la creación, somos obra de su amor; que somos sus hijos, y nos cuida como a tales… y sobre todo quiere que vivamos como hermanos… Esta es la Buena Noticia. Este es el Dios de Jesús. Este es el Dios en quien creemos…

El reinado de Dios está cerca porque Jesús lo está haciendo presente, con su vida, con su palabra, con su perdón, con sus curaciones, con sus gestos de amor, amistad, comprensión y acogida, dando luz a los ciegos, libertad a los cautivos, salud a los enfermos, perdón a los pecadores… y entregando su vida hasta la muerte, para nuestra liberación.

El reinado de Dios no es un lugar; no es un espacio, sino que es una experiencia de vida que se realiza en el amor, la comunión, la verdad, la justicia, la fraternidad y la paz… actitudes que nacen al sabernos “hijos y hermanos” en Jesús de Nazaret.

Jesús nos invita a “entrar” en este reinado de Dios, pero para ello debemos abrir el corazón, acoger a ese Dios que Jesús nos presenta y “arrepentirnos”. Arrepentirse significa, “conversión”, cambio de rumbo, de orientación, de dirección y volver a Dios. ¿De qué debemos arrepentirnos? Cada uno deberá entrar en su corazón, examinar sus actitudes, sus gestos, sus palabras… Pero posiblemente nuestro arrepentimiento tenga algo que ver con un vivir ignorando a nuestro “ser de hijos” de Dios, nuestro vivir como si no fuéramos hermanos, como si nos bastáramos a nosotros mismos… quizá nuestro arrepentimiento tenga que ver con un estilo de vida marcado por el egoísmo, la ambición, la envidia, la incapacidad de perdonar, la falta de cuidado de los hermanos…  

“Creer” en Jesús, como el que el Padre envía para mostrarnos “un camino” diferente de ser y de vivir, es la puerta para la entrada en ese reino de paz, gozo, confianza, comunión, y servicio que Dios nos ofrece.

Marcos dice, como Simón, Andrés, Santiago y Juan, dejando enseguida “sus cosas” y “se fueron con Él”.  También a nosotros, hoy, nos está llamando Jesús. Nos llama a vivir con él, como él y acompañarle a realizar la misión que ha recibido del Padre y que quiere compartir contigo, conmigo…  El “irse con Él”, no siempre significa un cambio de espacio, de lugar geográfico, sino, especialmente significa, un cambio de perspectiva, un cambio de actitud, un seguimiento interior, un permanecer en donde estoy, pero viviendo de una manera completamente nueva. Intentando, trabajando, por hacer cada día ese reinado de Dios más verdad en mi corazón, en mi familia, entre mis amistades, en mi lugar de estudios, y de trabajo…

(Música, Te entrego mi vida, Kiki Troia y MaryCarmen)

Para poder llevar adelante la misión que Jesús nos confía necesitamos su ayuda, por eso, conscientes de nuestra debilidad, vamos a terminar este encuentro, pidiéndole a Dios, nuestro Padre, que nos conceda la luz y la fortaleza de su Espíritu para poder caminar en el seguimiento de su hijo y DIGÁMOSLE JUNTOS: Padre ¡ayúdanos a convertirnos y creer!

Pidamos al Padre, en primer lugar, por la Iglesia, extendida por toda la tierra, para que todos los que la formamos, renovemos y fortalezcamos el seguimiento y la fe, en Cristo Jesús. Padre ¡ayúdanos a convertirnos y creer!

Padre, te pedimos por el Papa, sucesor de Simón-Pedro, por los Obispos y todos los pastores de tu iglesia, sacerdotes, diáconos, animadores de comunidades, catequistas, para que con su seguimiento fiel a tu Hijo animen a las comunidades en esta misma fidelidad. Padre ¡ayúdanos a convertirnos y creer!

Padre acuérdate de toda la familia humana, especialmente de los que dirigen los destinos de los pueblos, desde la política, la ciencia, la economía… para que, con la luz y fuerza de tu Espíritu busquen el bien común y tomen sus decisiones desde la verdad, la justicia y la solidaridad… Padre ¡ayúdanos a convertirnos y creer!

Ponemos en tus manos, Padre, a todos los que sufren, a causa de la injusticia, la violencia, la enfermedad, la falta de oportunidades… ayuda a las comunidades cristianas para que, desde su pequeñez, siempre den una ayuda solidaria, una palabra de acogida y aliento e inviten a todos a trabajar juntos, por construir en el mundo, tu reino… Padre ¡ayúdanos a convertirnos y creer!

Padre, tú conoces los grandes problemas y dificultades que experimentamos a causa de la pandemia que sufrimos: fortalece a los que la padecen, a los que los cuidan; a los viven sus graves consecuencias económicas, laborales, a los que tienen por ello problemas familiares, y carencias… concedes una fe confiada en Ti. También que los científicos, las farmacéuticas, para que trabajen sin desfallecer buscando el remedio necesario y, que poniendo al margen intereses, ambiciones, lo pongan a disposición y justa distribución para todos los pueblos… te lo pedimos diciendo… Padre ¡ayúdanos a convertirnos y creer!

Padre, acuérdate de todos nosotros, tus hijos, para que, más allá de nuestras limitaciones y pecados, sintamos cercano tu amor paternal que nos sostiene y nos anima a trabajar por tu reino.  Padre ¡ayúdanos a convertirnos y creer!

Confiamos a tus manos, Padre, todos los difuntos víctimas de la violencia, del hambre, la guerra; los difuntos de nuestras familias, los que han muerto víctimas de la covid-19, y esperamos que se encuentren ya gozando de tu amor misericordioso. Padre ¡ayúdanos a convertirnos y creer!

Con la seguridad de que el Padre nos sostiene en el seguimiento de Jesús y en nuestro deseo de conversión a su reino, oremos con la misma oración que su Hijo nos enseñó. 

Padre nuestro que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad,

así en la tierra como en el cielo.

Danos hoy el pan de cada día.

Perdónanos nuestras ofensas,

Como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación,

Y líbranos del mal. Amén

Finalizamos ya este programa de hoy y, les agradezco su presencia, desde sus casas y la oportunidad que me han dado de compartir con ustedes estas reflexiones.

Soy María Soledad Galerón, Misionera claretiana y les deseo de todo corazón que sientan como nuestro Padre los acompaña en el caminar de la vida. En el evangelio encontramos su rostro cercano, tierno y misericordioso, en Jesús de Nazaret…

¡Tengan todos, un buen domingo! Y, confío que sigan sintonizando con nosotros, domingo tras domingo, para dejarnos “irradiar” por la Palabra de Dios…

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación Social, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Es la voz de la Iglesia santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA

(Música, No me hace falta más, Kiki Troia)

 

 

 

SHARE IT:

Leave a Reply