Irradia, emisión del 17 de enero del 2021

Irradia, emisión del 17 de enero del 2021

Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba

Domingo II del tiempo Ordinario

 

“Vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día”. Juan 1, 39

 (Música, Vivo estás, DR)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.

Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.

Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.

Irradia está contigo, irradiando la fe.

 (Música, Vivo estás, DR)

 

Nuestro invitado nos ayudará a reflexionar sobre el Evangelio de hoy.

Buenos días hermanos, Dios les bendiga, mi nombre es Alejandro Cunill Álvarez, soy el sacerdote encargado de la Iglesia de Nuestra Señora de la Caridad, de Cuabitas. Es un placer estar con ustedes este domingo para compartir la Palabra que nos anima y nos da esperanza, y reflexionar en torno a ella en medio de esta situación tan tensa que vivimos, pero también como una tierra fértil en la que el Señor se nos manifiesta.

El texto que hoy meditaremos proviene del Evangelio según San Juan, capítulo 1, versículos del 35 al 42.

(Lectura del evangelio de San Juan, capítulo 1, 35-42)

 Lo que convierte a un hombre en testigo y discípulo de Jesús es el hecho de encontrarse, y de quedarse con él.

Este sería el núcleo del mensaje de este domingo. Hoy, en la homilía, todo el mundo hablará seguramente del “encuentro con Jesús”, de “escuchar la voz o la llamada del Señor”. Pero, ¿qué puede significar, en la vida concreta o real del hombre de hoy, encontrarse con Jesús, escuchar su voz? Estas expresiones nos parecen muchas veces simples frases hechas, sin significado alguno en la vida. Ha pasado aquel tiempo, si es que existió alguna vez, en que un Samuel o un san Francisco de Asís podían escuchar con sus oídos la voz del Señor. ¿De qué modo, por tanto, podemos aún hoy día encontrarnos con Jesús y escuchar su voz?

Podríamos decir que, más que de encontrar a Jesús, se trata de dejarse encontrar por Él. Y la mejor disposición es una actitud de búsqueda sincera del bien y la verdad. Si nosotros nos mantenemos abiertos al bien y a la verdad, podemos esperar que Jesús, a través de su Espíritu, no dejará de hacerse presente en nuestra vida en forma de paz, de gozo, de fortaleza, de capacidad para amar y perdonar…

Y podemos esperar también que, en más de una ocasión, en la fe, nos hará experimentar la certeza de su presencia, la certeza de que aquellos dones nos vienen de él. Y escuchar su voz significará discernir en cada situación, bajo la acción del Espíritu, lo que es más conforme al Evangelio, a las opciones mayores del Reino, como son la confianza en el Padre del cielo, el respeto y el amor incondicional a los demás, la opción por la justicia, la paz, la solidaridad, etc.

Y no podemos despreciar las diversas mediaciones de este encuentro. Porque si bien es cierto que el Espíritu de Dios sopla cuando y donde quiere, también es cierto que hay unas mediaciones ordinarias que nos permiten experimentar más fácilmente la presencia del Señor y ver más claramente su voluntad. Por citar algunas, el silencio y la oración, la lectura de la Palabra de Dios, los encuentros eclesiales, la celebración de la Eucaristía y de los sacramentos, el rezo del santo Rosario.

Pero, a la luz del capítulo 25 de san Mateo, sabemos que, nos debemos cuenta o no, Jesús se hace misteriosamente presente y pide acogida en el corazón mismo de la vida, incluso de aquellos que no lo conocen. Jesús se hace presente en la vida tomada con absoluta seriedad, en el tejido de las relaciones personales, en el servicio humilde al desvalido, en el compromiso por el bien y la justicia.

Esto es lo que significa que la Iglesia sea sacramento, como el Concilio Vaticano II así lo afirmaba, sacramento universal de salvación. Ella es, la Iglesia, la encargada de hacer presente a Jesús entre los hombres. Es en ella, que ha conservado viva la memoria de Jesús, en la vida concreta de las comunidades, que los hombres podrán reconocer a Jesús y cuanto él significa para nosotros hoy. Pero esto sólo será posible en la medida en que escuche su Palabra, se deje penetrar por su Espíritu y viva de su presencia.

Esta es la llamada para la Iglesia hoy, escuchar la palabra de Jesús, dejarse arrastrar por el Espíritu de Jesús, por el Espíritu Santo, y vivir en la presencia del Señor.

La Iglesia debería poder decir como Jesús, y así cada uno de nosotros porque somos iglesia: “Vengan y lo verán”. Y su palabra deberá poder limitarse a dar razón de lo que le hace vivir, del fundamento de su esperanza.

Nuestras palabras, nuestras acciones, nuestras actitudes, deben marcar el sentido de la esperanza, que proviene precisamente de ese encuentro personal con Jesús. Los efectos del encuentro con Jesús en primer lugar es un cambio profundo de la existencia, como el que tuvo lugar en los apóstoles a raíz de su encuentro con el Resucitado y que en el Evangelio de hoy vemos reflejado en Simón incluso en el cambio de nombre. El que realmente se ha encontrado con Jesús deviene un hombre nuevo a imagen de Jesús.

Y, como podemos ver también en el Evangelio de hoy y es una constante en la historia de la salvación, aquel que se ha encontrado con Jesús y ha comprendido lo que Jesús significaba en su vida, se siente irresistiblemente impelido a decirlo, a comunicarlo a los demás. La fe se propaga por irradiación.

Como decía Pablo VI, ¿acaso existe otro modo de comunicar la fe, que el de comunicar las propias experiencias? Sólo el que ha “visto” a Dios, tiene derecho a hablar de Él.

Y en estos momentos difíciles que vivimos, más que de problemas, hablemos de cuán grande, maravilloso y misericordioso es el Señor. A todos los problemas de hoy, digámosle, tenemos Uno que es mayor y más grande, el Señor que vive y está resucitado. Les invito a rezar conmigo con esta oración del padre Pío Pieltrecina, para alejar de nosotros así todo miedo, toda angustia, y pedirle al Señor quédate conmigo.

Quédate conmigo Jesús; con todos los peligros de esta vida, Te necesito.

Permíteme reconocerte como lo hicieron Tus discípulos al partir el pan, para que la Comunión sea luz que disperse las tinieblas, la fuerza que me sostenga y el gozo de mi corazón.

Quédate conmigo, oh, Jesús, para que a la hora de mi muerte desee permanecer unido a Ti, si no en la Comunión, al menos en gracia y amor.

Quédate conmigo, oh, Jesús; no Te pido consuelo divino, pues no lo merezco, pero la gracia de Tu Presencia, oh, esa sí Te la pido.

Quédate conmigo, Jesús, porque solo a Ti, Te busco.

Tu Amor, Tu Gracia, Tu Corazón, Tu Espíritu, porque Te amo y no pido más recompensa que la de amarte más y más.

Con un Amor firme Te amaré con todo mi corazón mientras viva y seguiré amándote por toda la Eternidad. 

(Música, Maestro dónde vives, DR)

Les invito mis queridos hermanos a orar juntos, pidiéndole al Señor que escuche nuestras súplicas.

  • Pidamos en primer lugar, por la iglesia, para que sea encuentro con Jesús, que muchos al vernos encuentren el rostro de Jesús. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
  • Pidamos al Señor por nuestros gobernantes, para que sean capaces de reconocer la voz de Dios que nos invita a vivir en la verdad, y en la verdad hacernos y ser auténticamente libres. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
  • Pidamos al Señor por nuestros hermanos que más sufren, los ancianos, los presos, los enfermos, no sólo los de Covid sino también los que sufren cáncer; los que están, y sufren también enfermedades mentales, desanimados, tristes y angustiados. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
  • Pidamos al Señor por todo el personal de la salud que trabaja sin descanso para controlar, erradicar y aliviar a tantos enfermos nuestros. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
  • Pidamos por nuestras familias, para que en medio de estos tiempos permanezcan unidas, se abran a la palabra de Dios, y vivan en Dios. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
  • Por nuestros niños, adolescentes y jóvenes, para que también ellos den paso a Cristo en su vida, se dejen iluminar por Él, se dejen transformar por Él, y en Él tengan vida. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
  • Por el descanso eterno de nuestros hermanos difuntos, que el Señor les conceda el perdón de sus pecados, y la paz junto a Él. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha Padre Buena estas súplicas que te hemos dirigido, y aquellas que están en nuestros corazones y que Tú bien conoces. Todas ellas te las presentamos por Cristo, nuestro Señor. Amén.

(Música, Dónde vives Maestro, Hna. Glenda)

 

Y ahora juntos, oremos con fe, esperanza y mucha confianza, la oración que Cristo nos enseñó.

Padre nuestro que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad,

así en la tierra como en el cielo.

Danos hoy el pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

Como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación,

Y líbranos del mal. Amén

 

El Señor esté con ustedes. R/ Y con su espíritu

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre cada uno de ustedes y permanezca para siempre. R/ Amén

 Ha sido para mí un placer estar con ustedes esta mañana. El Señor los bendiga, los fortalezca y como les decía, abrámonos nuestros corazones a Jesús. Vívanos en Él e irradiemos su presencia. Ha estado con ustedes el P. Gustavo Alejandro, sacerdote encargado de la Iglesia de Nuestra Señora de la Caridad, en Cuabitas, Santiago de Cuba.

Que Dios les bendiga

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Es la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA

(Música, Luz y sal, Funky feat Edward Sánchez)

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