Transcripción homilía del P. Rogelio Dean Puerta Párroco de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
Eucaristía II Domingo después de la Navidad
Solemnidad de la Epifanía del Señor
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
3 de enero de 2021
“Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra.” Mateo 2, 11
Mis queridos hermanos,
Hoy la palabra de Dios nos habla de luz. Ciertamente después de un año muy difícil, el pueblo anda buscando una luz, necesitamos de una luz que nos ayude a salir de mucha tiniebla. Ha sido un año bien difícil el 2020, y deseamos de todo corazón pedirle a nuestro Dios que nos guíe, que ilumine nuestra vida, para que este año 2021 sea distinto. Y es que el cristiano alberga una esperanza distinta, una esperanza única, una esperanza que está radicada en un Dios que viene a nuestro encuentro, un Dios que es fiel a su palabra, un Dios que nos trae una inmensa alegría en medio de muchas dificultades.
Dice el libro del profeta Isaías, “las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti y caminarán los pueblos a la luz”. Ciertamente nuestros pueblos necesitan avanzar a esa luz, pero lo primero que necesitamos todos es identificar qué luz vamos a seguir. A veces tristemente nos dejamos encandilar por luces que no son las del Señor; a veces nos dejamos animar, encandilar por luces que en vez de conducirnos a la felicidad conducen a la perdición, nos conducen a la desesperación. Por eso lo primero que debemos identificar es la luz verdadera, nosotros tenemos que mirar a esa luz que es nuestro Señor Jesucristo, nacido para nuestra salvación. Qué bueno que podamos identificar en ese Niño que alegra nuestra vida, podamos identificar la esperanza que necesitamos.
Por eso cuando vemos en el evangelio estos personajes tan famosos, los Reyes o los Magos, que identifican la luz y vienen desde muy lejos al encuentro del Señor, nosotros podríamos también ponernos en el lugar de eso Reyes, de esos Magos, y decir, yo quiero seguir esa luz, porque yo tengo la fe y estoy convencido que esa luz es la luz verdadera, necesito avanzar hacia el Señor, hacia mi salvación. Por eso los Magos, nos dice el evangelio, que cuando llegan al lugar, cuando la luz se pone arriba del Niño, cuando la estrella detiene su andar y se detiene arriba del Niño, dice que se llenan de alegría. Ah, claro, porque el Señor nos trae una alegría nueva, una alegría verdadera, una alegría distinta. Y nosotros tenemos que creer en Él.
Es bueno que nosotros los cristianos podamos empezar este año diciendo, yo confío en el Señor, yo sé que nuestra fe, nuestra esperanza puesta en el Señor no nos va a defraudar. Sabemos en quién hemos puesto la esperanza. Por eso tenemos que poner todos de nuestra parte para que este año sea distinto, para que este año traiga nuevas oportunidades, traiga un cambio que nosotros necesitamos. Fíjense que cuando los Reyes llegan al encuentro de Jesús, llegan al encuentro con el Salvador, no regresan por el mismo camino; los Reyes regresaron por otro camino que no tenía nada que ver con Herodes y su maldad.
Y es que cuando uno encuentro el camino del Señor, cuando uno identifica el camino de la salvación, ya uno es distinto. A lo mejor las dificultades podrán seguir, a lo mejor no van a cambiar muchas cosas que nosotros quisiéramos que cambiaran, pero, ¿qué sucede?, fuimos nosotros los que cambiamos. Somos nosotros los que tenemos que ir cambiando para acercarnos con mayor fidelidad al Dios de nuestra esperanza. A veces pedimos cambios a la sociedad, imaginamos cambios a nivel social, a nivel político, a nivel de nación, a veces procuramos cambios que nos damos cuenta que hacen falta, pero tomamos una actitud demasiado pasiva a nivel personal sobre los cambios que tienen que operar en primer lugar en mi propia vida.
No podemos pretender que cambie una sociedad, que cambie una nación, si nosotros mismos en primer lugar no somos los que cambiamos. Cambiar nuestro modo de ver las cosas, cambiar para un mayor amor, un mayor servicio, un mayor perdón, en la medida en que nosotros cambiemos a nivel personal, cambiará en la sociedad. No es al revés. No podemos tomar una actitud pasiva, esperando que venga un cambio en el cual yo no estoy en primer lugar involucrado. El Señor nos invita a ese cambio. Cualquier cambio que pueda existir en una persona, es un cambio que tiene que irradiarse; tenemos que preguntarnos, ¿mi vida, mi modo de vida interpela a los que me rodean? Es importante preguntarnos eso, porque estamos llamados a ser sal y luz para nuestra sociedad.
Hoy es un día hermoso. Es un día hermoso, decía al inicio que en nuestras parroquias están nuestros niños felices, vienen con una ilusión especial, es la tradición donde los niños reciben el regalo de Reyes. Qué linda esa tradición y qué lástima que en Cuba la hayamos perdido con el paso del tiempo, ahora está volviendo, pero sabemos las dificultades que existen. Qué bueno sería que cada niño en este día recibiera un regalo, que cada niño la celebrara con toda la alegría del mundo, qué bueno sería que nosotros defendiéramos estas tradiciones que son tan lindas, tan hermosas, que defienden la fantasía del niño, que defienden la ilusión del niño. Por eso hoy es un día de modo especial para bendecir a nuestros niños, para acogerles, para animarlos, para descubrir en ellos la esperanza de nuestra sociedad.
Vamos en la primera misa de este año a los pies de nuestra Madre, la Virgen de la Caridad en su casa en El Cobre, vamos a presentarle a la Madre todas nuestras ilusiones, vamos a presentarle nuestra confianza en su Hijo, vamos a pedirle a la Virgencita de la Caridad del Cobre como le dice nuestro pueblo, vamos a pedirle a ella que nos continúe poniendo bajo su amoroso manto en este año 2021. Vamos a pedirle que se acabe esta pandemia, vamos a pedirle que podamos haber sacado buenas lecciones de lo que hemos vivido en este año y que podamos estar más unidos como familia, que podamos ser personas más creyentes, más confiadas del amor de Dios. Vamos a pedirle todo esto a nuestra Madre la Virgen de la Caridad en este día tan especial de la Epifanía del Señor.
Que así sea.