Irradia, emisión del 11 de octubre de 2020
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario
“Todo lo puedo en aquel que me conforta” Fil 4,13
(Música, Buenos días, Señor, Tony Rubí)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, Buenos días, Señor, Tony Rubí)
En esta mañana nos acompaña el padre Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.
Hola queridos amigos, buenas tardes, buenas noches, buenos días dondequiera que se encuentren. Un placer poder compartir nuevamente con ustedes la Palabra de Dios.
El evangelio de hoy está tomado del evangelista San Mateo, en el capítulo 22, versículos del 1 al 14.
(Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 22, 1-14)
En este Evangelio, el evangelista nos habla de un banquete. Pero ya Isaías nos había hablado del banquete en el Antiguo Testamento, capítulo 25, versículos del 6 al 10. Un banquete para manifestar que la salvación es para todos; ya desde el Antiguo Testamento que la salvación era para todos, lo que pasa que normalmente creemos que la salvación es sólo para nosotros.
Los judíos creyeron que era sólo para ellos, los demás bueno, ya veremos. A veces nosotros los cristianos pensamos que la salvación es sólo para nosotros y los demás bueno, ya veremos. Pero el Señor nos dice de todas las formas habidas y por haber que la salvación es para todos, que nadie queda fuera de la salvación que Él ha venido a traer a este mundo anunciando el Reino de Dios, invitando a todos a participar, participar en el banquete del Reino de Dios.
Ya a nosotros nos corresponderá aceptar o no, como en el Evangelio. El señor invitó una y otra vez y no quisieron escuchar. Cada uno tenía algo que hacer, a dónde ir, en qué pensar y no quisieron ir al banquete que ya estaba preparado. Entonces invitó a otros, salgan a los caminos, inviten a todos los que encuentren allí. Y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, lo especifica el evangelio, no empezaron a escoger, a ver este sí, aquel no, este piensa de una manera, el otro piensa de la otra, no; malos y buenos, todos fueron llamados. A cada uno nos corresponderá responder, y responder no sólo con la palabra, responder no sólo asistiendo al banquete, sino responder con la propia vida.
Por eso cuando el señor entra al banquete y se encuentra a uno sin el vestido de fiesta, le dice no, ¿por qué estás aquí sin el vestido de fiesta? Y el vestido de fiesta no es una túnica lujosa, el vestido de fiesta es estar preparados para aceptar lo que el Reino de Dios viene a anunciar. El reino de justicia, el reino de paz, el reino de amor, el reino en el que descubrimos que somos hermanos los unos de los otros por encima de nuestras diferencias.
¿Qué todo está bien? No, ¿Qué todo lo que hacemos, pensamos, o decimos está bien? No, pero sí tenemos que respetarnos los unos a los otros, comprendernos los unos a los otros, tratar de ponerme en los zapatos del otro ¿Por qué piensa así, por qué actúa así, por qué obra de esta manera? Porque espero que el otro haga exactamente lo mismo, que se ponga en mis zapatos y piense, por qué yo obro de esta manera, por qué yo hablo de esta manera, por qué hago, cuál es mi historia, y así juntos entonces podamos crecer, podamos irnos quedando con lo mejor de cada uno, pero sólo desde el respeto.
No todo está bien, pero sí cada persona tiene derecho a pensar, cada persona tiene derecho a manifestarse, cada persona tiene derecho a ser escuchada; también tiene el deber de escuchar a los demás. Ahí es donde a veces se “nos traba el paraguas”, queremos ser escuchados, pero cuántos nos cuesta escuchar a los otros y más, comprenderlos.
Entonces, las lecturas de este domingo nos hablan de la universalidad de la salvación, es para todos, nadie quedó fuera, nadie quedó excluido. Si alguien está excluido es porque él mismo se ha excluido de esa salvación y, aun así, el Señor sigue ofreciendo, tocando, llamando al corazón. Lo que tenemos que hacer nosotros los cristianos es salir a los caminos, para invitar a todos los que encontremos, buenos y malos, para juntos poder ser mejores.
(Música, Yo soy, Marcos López)
Ahora vamos a presentar nuestras súplicas, oraciones, y peticiones, sabiendo que el Señor siempre nos escucha, y lo que es mejor, siempre nos responde. No siempre dándonos lo que pedimos, pero sí siempre dándonos lo que más nos conviene. A cada súplica responderemos: Te lo pedimos Señor.
En primer lugar, pidamos por la iglesia de que formamos parte todos y cada uno de nosotros, para que podamos compartir con los que encontramos en nuestro camino el mensaje de salvación que Cristo vino a traer para todos, oremos: Te lo pedimos Señor
Pidamos también por todos los que sufren, en el cuerpo o en el espíritu, por todos que se angustian y se desesperan ante las dificultades de la vida, ante estos momentos difíciles de pandemia por el que estamos pasando, para que puedan encontrar en Cristo consuelo, fortaleza y esperanza, oremos: Te lo pedimos Señor.
Pidamos también pro las vocaciones, sacerdotales, religiosas, diaconales, por la vocación para laicos entregados al servicio de sus hermanos, para que el Señor suscite abundantes trabajadores para su mies, oremos: Te lo pedimos Señor.
Pidamos también por todos los difuntos, de manera particular que nadie recuerda, para que, perdonadas sus faltas, el Señor los acoja en su descanso, oremos: Te lo pedimos Señor.
Pidamos los unos por los otros, para que el Señor nos dé un corazón como el suyo lleno de misericordia, capaz de compartir lo mejor que tiene, que es a Cristo muerto y resucitado, con aquellos que aún no lo conocen, oremos: Te lo pedimos Señor
Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones, pero que Tú conoces. Te las presentamos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, Amén.
(Música, Caminar con fe, JL)
Ahora juntos como hermanos, oremos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy el pan de cada día.
Perdónanos nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación,
Y líbranos del mal. Amén
El Señor esté con ustedes/ Y con tu espíritu
Y que la bendición de Dios todo poderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos nosotros y nos acompañe siempre. Amén
Nos despedimos hasta la próxima. Les habla el padre Rafael Ángel López Silvero, de la Catedral de Santiago de Cuba. Que tengan un buen domingo, que tengan una feliz semana. Que Dios los bendiga.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Es la voz de la Iglesia santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA
(Música, Este es el tiempo, Nancy Amancio)