Ganancia para todos: sobre conflictos y estrategias de resolución
Por: Leonor Grethel Sierra Salas
Comunicadora de Cáritas Santiago de Cuba
El diálogo, basado en sólidas leyes morales, facilita la solución de los conflictos y favorece el respeto de la vida.
Juan Pablo II
Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 23 de mayo 17 de 2017 / Los conflictos constituyen situaciones que generan tensión y malestar entre las personas. En ocasiones, por disímiles factores como los intereses y necesidades individuales, resulta imposible vislumbrar el camino a la solución pacífica. Esta realidad puede palparse en todos los niveles: desde miembros de la familia hasta gobiernos.
Es por ello que la objetividad e imparcialidad de un tercero -aquel que pueda ser capaz de observar y valorar el fenómeno desde una posición no-apasionada y racional- son cualidades necesarias para encaminar el conflicto por la vía de una ganancia para todas las partes implicadas. Un mediador que guíe a aquellos que probablemente asumen actitudes egoístas o hasta autodestructivas.
Con el objetivo de analizar aspectos medulares sobre la resolución de conflictos como el reconocimiento de estrategias, o la identificación de razones por las cuales no surte efecto el proceso de mediación, fue realizado el último encuentro del Taller Mediación de conflictos y comunicación afectiva en la Casa Pastoral de la ciudad de Santiago de Cuba. El equipo de la Cáritas Diocesana e invitados participaron activamente en el intercambio que dirigió la doctora Vilma Álvarez Cuñat. El debate de materiales audiovisuales y las situaciones hipotéticas a las que debimos dar solución como mediadores hicieron de esta una productiva tarde.
De una u otra manera todos hemos experimentado -o experimentamos- momentos o períodos de conflictos como afectados directos, o hemos estado “en el medio” de las partes enfrentadas. Por esas razones cada uno de los consejos escuchados y la reflexión a la que conduce este tipo de encuentros siempre genera un crecimiento personal, una satisfacción de estar mejor preparados para ahondar y comprender el complejo funcionamiento humano.
Conocimos sobre las dos miradas a la resolución de conflictos: desde el plano de los adversarios y desde el plano de la negociación; así como las causas del fracaso de un proceso de mediación debido a que el conflicto se convierte en una lucha de poder donde las emociones fuertes anulan toda lógica de pensamiento y cierran las puertas a la comprensión del otro, ya sea por falta de asertividad, por la formación familiar y hábitos previos, por ausencia de tolerancia e inteligencia emocional, por posturas negativas basadas en creencias irracionales, por aprendizajes que hayan mal-estructurado el edificio del comportamiento personal.
Un mediador debe ser consciente de las emociones involucradas, justamente aquellas que son más difíciles de controlar como la ira o los miedos; debe conocer con profundidad el hecho conflictivo en sí y la postura de cada una de las partes, el grado de incapacidad de las mismas para expresar sentimientos, las potencialidades de la personalidad de los implicados a las que puede recurrir para orientar la mediación exitosamente, el nivel de perturbación o disfuncionalidad, los malos entendidos y la causa de los mismos, ya sea por desinformación, estereotipos, expectativas no realistas, rumores o recuerdos imprecisos.
Las estrategias por su parte, se resumen en tres posibilidades: el ganar-perder, el perder-perder y el ganar-ganar. Lógicamente la función del mediador será conducir el conflicto hacia la tercera opción, logrando que las partes colaboren, que lleguen a un acuerdo, que tengan confianza en el otro, que se anulen las amenazas y posturas egoístas, se evite la confrontación, se propicie el diálogo y se motiven las conductas racionales.
Parece tarea muy complicada la de un mediador y en efecto lo es. Su intervención no cambiará de forma mágica el status sino que paulatinamente irá propiciando una transformación, que tome los elementos destructivos y los convierta en constructivos, ofreciendo luces sobre la realidad, generando actitudes positivas, aunque en el camino reciba embates y ataques.
Como nos hizo recordar la doctora, la mejor situación no es aquella que une a dos personas o más perfectas, sino aquella en que cada individuo aprende con los defectos de los demás y admira sus cualidades.a